HISTORIA DE LA IMPRENTA
En 1796, el austríaco Alois Senefelder inventa la técnica
de impresión denominada litografía. Se trata del primer proceso de impresión en
plano. Si se aplica después tinta grasa de impresión sobre la piedra, las zonas
mojadas no la aceptan, mientras que queda adherida al resto de la plancha,
pudiendo procederse así a la impresión.
En 1822, después
de que el francés Simon Ballanche concibiera la idea de construir una máquina
automática para componer textos, el estadounidense William Church logra
construir la primera máquina de este tipo, la componedora. La idea era
mecanizar y facilitar al máximo la complicada tarea de componer manualmente los
tipos de plomo de la tipografía, uno a uno, formando textos completos, como se
hacía desde Gutenberg. Surge así la primera imprenta de offset automática. Esta
máquina fue perfeccionada por Augustus Applegath y Edward Cooper, ingenieros
ingleses, siguiendo el principio de la máquina inventada por Hoe, aunque seguía
trabajando únicamente con pliegos sueltos de papel. Algunos años después, en
1851, el
Nelson logra por fin desarrollar una rotativa
para la impresión sobre bobinas continúas de papel y, más tarde, en 1863, el
inventor estadounidense William A. Bullock obtendrá la patente de la primera
prensa rotativa para la impresión de libros sobre papel continuó, modelo para
las rotativas posteriores. Este dato es especialmente relevante porque desde el
instrumento manual ideado por Gutenberg para fundir tipos, apenas había variado
esta técnica. Esta técnica, denominada hectografía, se convertirá muy pronto en
el procedimiento estándar empleado para imprimir normalmente pequeñas tiradas constructor británico T. 
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